Hoooola a todos...
Ayer finalmente pude terminar mi relato corto para el 1º Certamen de Relatos Cortos que se está llevando a cabo en el blog de Anna Soler. Como los requisitos pedían un máximo de dos páginas tuve que acortarlo mucho más de lo que pensaba, tal vez por eso el final les parezca un poco abrupto. En realidad me habría gustado extenderme un poco más, pero bueno reglas son reglas.
Tal vez escriba una continuación para él, pero no prometo nada, ya lo veremos.
Sin más, aquí se los dejo:
¡Te
Tengo!
—Y los declaro marido y
mujer.
Eva ahogó un sonoro
bostezo mientras el sacerdote finalizaba la ceremonia.
—Ahora puede besar a la
novia… y, bueno, ya saben lo que sigue.
La persona que estaba
sentada a su lado le dio un brusco codazo en las costillas cuando Eva bostezó
nuevamente. En medio de su aturdimiento, giró la cabeza hacia su furioso
agresor, para descubrir que se trataba de Mónica, una de las amigas de su
hermana.
Eva se encogió de
hombros, en un torpe intento de disculpa, pero no se sentía culpable de nada en
realidad. La verdad era que siempre las ceremonias ostentosas le habían
resultado muy aburridas. Sin embargo, esa vez era su hermana, Érika, quien se
casaba, por lo que había accedido a ser su madrina durante el acto
eclesiástico, y —por supuesto— tenía que acudir al ensayo de bodas.
Perfecto. No había
ningún problema en ello ¿Verdad?
Solo que después de
haber ensayado sus respectivos personajes —habiendo dicho todo lo que tenía que
decir y haciendo todo lo que debía hacer— se había sentado en uno de los bancos
de la iglesia, mientras Érika y su casi esposo Peter, intercambiaban sus votos
de amor y completaban toda aquella parafernalia. Lamentablemente, después de
haber acabado con su parte, la ya muy conocida pesadez que todas aquellas
pompas ceremoniales le ocasionaban, la habían inundado completamente,
provocando la cadena de bostezos nada sutiles por las que ahora Mónica la
miraba con aquella expresión de incredulidad airada, como si para ella fuera
inconcebible que Eva estuviera muerta de aburrimiento en el ensayo de bodas de
su hermana.
Lastimosamente para
Mónica, a Eva no podría importarle menos lo que pensara de ella. Había acudido
al lugar, dicho su parte, actuado como si estuviera completamente interesada en
lo que estaba haciendo y esperado a que finalizara todo antes de largarse,
cosas que, tratándose de ella, eran algo sumamente raro en su comportamiento, y
Érika lo sabía.
Cuando los tortolitos
dejaron de lanzarse miradas y besos, bajaron del altar para unirse a la
concurrida audiencia que los acompañaba. Érika inmediatamente la buscó por toda
la iglesia con su típica mirada afilada, sus ojos verdes examinando a cada
persona presente como un halcón dispuesto a lanzarse sobre su presa. Eva le
hizo señales para que pudiera reconocerla entre toda esa gente, y de inmediato
caminó hacia ella.
—Felicidades por tu
casi matrimonio, hermanita —dijo abrazándola fuertemente.
—Te diría gracias —contestó—
pero me da la impresión de que así no te vería por aquí mañana. Y
definitivamente, eso no es lo que deseo.
—Oh, vamos —murmuró con
fingiendo sentirse ofendida— Sabes que no te haría eso a ti.
Érika sonrió.
—Sí, lo sé. Y también comprendo que esto —señalo con los
brazos la amplia capilla— no es lo que preferirías hacer un viernes por la
noche.
Eva desechó sus
palabras con un gesto de la mano.
—Saber que haría
cualquier cosa por tu felicidad —dijo— aunque eso incluya asistir matrimonios
aburridos.
—Es por eso que lo
valoro todavía más. Y hablando de eso, aún no me has dicho…
Érika se interrumpió
cuando un emocionado cortejo nupcial la arrastró sin miramientos hasta rodearla
con un círculo de gritos confusos y abrazos emocionados. Eva se encogió de
hombros, ya hablaría con su hermana luego, en ese momento, debía volver al
trabajo. Solo le habían permitido una media hora libre para ir al ensayo, ya
que el acuerdo con su jefe era trabajar una hora más en las tardes para que le
permitiera tomarse todo el viernes libre. Ya que —según su hermana— si no lo
hacía no les daría tiempo de terminar de los complejos procesos de
acicalamiento femenino previos a ese tipo de eventos. Como Eva no asistía a
bodas muy seguido, imaginaba que su hermana tenía razón, por lo que hizo lo que
le pedía.
Aunque para ella todo
aquello fuera un alboroto sin sentido.
Había decidido mucho
tiempo atrás que nunca iba a casarse. Simplemente la vida conyugal nunca podría
formar parte de su personalidad. No podía verse unida a un hombre para toda la
vida. Tantos años luchando contra…
Sus pensamientos se
interrumpieron cuando la turba furiosa en que se había convertido el público
chocó contra ella, empujándola hacia los escalones de la entrada de la iglesia
sin demasiada delicadeza. Eva intentó sostenerse de algo, de alguna baranda,
pero no había. Además, inoportunamente descubrió que sus zapatos, si bien
estaban a la última moda y eran muy lindos, no la ayudaban a conservar el
equilibrio. Vio como el mundo giraba de cabeza un segundo antes de cerrar
fuertemente los ojos y sentir como inevitablemente comenzaba a caer…
O eso le pareció hasta
que un par de fuertes brazos la pararon en seco.
Asombrada, Eva abrió
los párpados para encontrar al más bonito par de ojos marrones que hubiera
visto nunca. Levantó las manos en un intento por agarrarse a algo, pero sólo
pudo posarlas sobre los fuertes hombros que había al final de esos brazos que
la sostenían a solo centímetros del suelo, en medio de las escaleras.
—Te tengo, muñeca —murmuró
la ronca voz del sujeto.
—Vaya —respondió ella—
Gracias, a eso llamo tener buenos reflejos. —El apuesto hombre sonrió, aún sin
soltarla, y Eva solo pudo pensar en una cosa: Tal vez había subestimado mucho
los ensayos de boda en el pasado. Y sonrió, también.
¡Hola! Yo también envié el mío... Claro que publiqué el borrador en el wattpad y ya lo cambié un poco jajaja.... Me ha gustado leerte...Pero creo que en las carreras se te han escapado unos pequeños detalles... Te aconsejaría que lo revises ;-)... Pura "carpintería" como dicen en mi tierra
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